jueves, 31 de enero de 2008

UDIAS

UDÍAS, ZONA DE GRAN VARIEDAD GEOLÓGICA

En el municipio de Udías encontramos una enorme variedad geológica, que le convierten en uno de los puntos más notables de la Península Ibérica.

Desde un punto de vista mineralógico, los criaderos de Udías constituyen el extremo más occidental de la gran franja cincífera, con orientación SO-NE, y desde el núcleo de Canales, en el propio municipio de Udías, hasta Alfoz de Lloredo, se asienta sobre las calizas dolomíticas de Aptense superior. Los minerales explotados, plomo y sobre todo cinc (tanto en forma de carbonatos o calaminas como de blendas o sulfuros), se presentan a manera de rellenos de las cavidades cársticas.

INICIOS

Los primeros que perforaron una mina fueron los romanos, en San Bartolomé, en la cueva del Palomar, encima de Canales. Consta que las explotaron ellos porque se encontraron ahí unas monedas de emperador Antonio Pío, una lámpara y las entibaciones, que son cuatro pinados verticales, y encima cruzados, otros, para que las piedras y la tierra no se desgarren y caigan, y por debajo pasa la galería.

Pero los yacimientos de Udías no conocerán su moderna expansión hasta mediados del siglo XIX. En los primeros años de la década de los años cincuenta, debido seguramente expansión de la demanda europea de plomo y de cinc.

El inicio de las explotaciones fue en Septiembre de 1855, y se llevó a cabo la actividad minera ininterrumpidamente hasta el 1932, a los que había que añadir, como coda final, el decenio que va desde mediados de los años cincuenta hasta mediados de los sesenta del siglo XX.

LA EXPLOTACIÓN MINERA

El trabajo minero de los hombres consistía en abrir galerías, barrenando, con una maceta y un barreno de metro o metro y poco, que es una barra de hierro con una boca. Uno sostenía el barreno mientras otro no paraba de darle con la maceta, en cada golpe el que sostenía en barreno le daba media vuelta, para ir haciendo el agujero redondo. Hacían rastreras y chulanas, las rastreras se abrían hacía el suelo y las chulanas hacía arriba, en el techo. Para sacar el material de las galerías, se echaba todo el material extraído en una “zarza”, que son unas cestas echas de varas de avellano, de sauce o de castaño. Cuando sacaban el material lo llevaban a los lavaderos donde las mujeres lavaban y seleccionaban los minerales.

EL DÍA DE UN MINERO

Se entraba a trabajar a las siete de la mañana, la mañana se aprovechaba para barrenar, salían a eso de las doce, tenían una hora para comer y se hacían las descargas de la una. Ya por la tarde había que descombrar, sacar toda esa metralla y limpiar todo el trabajo, para al otro día continuar el avance en las galerías y en los cruceros. Trabajaban de luz a luz. Por dentro de las galerías se usaba un candil de aceite, hasta que después llegó el carburo, se veía casi como si fuera una luz eléctrica.

ETAPAS

En pleno apogeo minero en Udías, al filo de 1860, el empleo generado alcanzaba los 450 trabajadores en las labores mineras, además de otros sesenta (y cincuenta parejas de bueyes y tres bestias de tiro) en transportes; y, en 1886, la producción conjunta de los distritos de Udías y de Comillas alcanzaba hasta los 50.000 quintales métricos, destinados a los mercados europeos, como pueden ser Bélgica, Francia, Holanda, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega o Inglaterra.

Después hubo una época de decadencia, debida en gran medida al estancamiento del mercado europeo, por ejemplo en 1877, el empleo había caído hasta los 116 trabajadores, de los que dieciocho eran muchachos. Entre el 1885 y el 1932 se inicia una nueva fase, en la cual se casi se llegan a abandonar totalmente las explotaciones a cielo abierto.

Ya casi al final se construyó un ferrocarril de casi tres kilómetros, entre el pozo Peña Monteros y las casas de la mina en la Gándara, por esa única vía transcurría, atravesando dos túneles, un trenecillo movido por locomotoras de vapor y de benzol.

Primeramente los minerales eran transportados con bueyes hasta Comillas, donde eran transportados en barco hasta Hinojedo. Luego se instaló una red de baldes que iban desde las Casas de la mina hasta Ontoria donde el material era llevado en trenes hasta Hinojedo.

BENEFICIOS AL MUNICIPIO

Una explotación minera tan relevante como la de Udías, le da al municipio una gran riqueza, puesto que en la mina trabajaban un gran número de vecinos del municipio. Se construyeron varias casas, una oficina, un economato, un hospital, varios lavaderos, una bolera, varias cocheras, etc.

Prueba de la gran riqueza que proporcionaba la mina a los vecinos, es que cuando esta cerró los vecinos se vieron obligados a salir a las calles con sacos a mendigar. De ahí el apodo a esta zona de “la tierra el sacu”.

Manuel Llano supo dejarlo descrito en su prosa dolorido y antigua:

“La mayoría de los afanes estaban puestos en aquellas peñas del oriente del valle llenas de replanos, de túneles, de ajetreos fabriles, de ruidos de hierros y dinamitas. Pero un día la cuenca se quedó silenciosa. Los hombres permanecieron en los pueblecitos y la mina fue como un desierto de lastras, como un anticipo de ruinas. […] El último jornal fue un aviso de miseria. Aquella puerta se cerraba.Y cuando se cierran las puertas del trabajo, nada más queda la misericordia o la esperanza del camino. Caminatas de los pobres mineros por las carreteras pensando quizá en la intemperancia de la civilización, que les echa de sus casas a correr la triste, la amarga aventura de la mendicidad”.

(LLANO, 1933).

Aún se complicaron más las cosas a la caída de Alfonso XIII. Pues con la caída de la monarquía y el nacimiento de la república, cerraron la mina. No es que la mina no rindiera ya, porque estaba en plena producción y podía haber seguido. Cerraron de la misma manera otra que tenían en la Florida, encima de Roiz, muy buena, que después la pusieron otra vez en marcha y ha estado hasta hace poco abierta. Pararon también la de Novales.

Mucho después de la guerra volvieron a echar a andar ésta de Udías. Pusieron lavaderos, trabajaron en Pelurgo y la blenda y el plomo los llevaban a otra parte, en camiones, a Hinojedo. Pero otra vez la cerraron, ya no volvió a andar. Trabajaban últimamente unos ciento y pico obreros.


Esta información ha sido extraída del libro de "Masío el trovador de La Hayuela", con título "La última trova".

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